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. Conclusión. Lograr que cada ser acceda al alimento, al
contrario de la maldición divina, constituye una lucha social permanente en que
intervienen múltiples variables y conceptos como los de autonomía alimentaria;
acceso a la tierra; autonomía de insumos en los sitios de producción;
crecimiento cultural, organización social; superar creencias bíblicas como las
de que el trabajo es castigo, o filosóficas como las de que el trabajo es
bajeza, es actividad de siervos o esclavos o pobres.
Aunque el ser humano es el único que ríe, que habla, que
inventa, que escribe, que se viste y se desviste, que practica sexo por placer,
que miente, que practica las artes bellas, también es el ser que mata sin
hambre, y que, a pesar de todo, apenas empieza a entender que es solo uno de
los millares de proyectos que ha ensayado la Naturaleza durante eones, y de los
cuales ella ha desechado ya el 97%.
cualquier “día” puede resolver liberarse del 100% de la especie humana.