En el monasterio Luz Serena a todos los residentes nos van turnando en las distintas tareas necesarias para mantener El Centro en buen estado.Asi, este lugar se mantiene cuidado e inmaculado. Cada espacio contiene lo imprescindible y lo que va a usarse en determinado momento, no contiene nada más, ni tampoco hay nada fuera de lugar.
El Samu no se trata de hacer una tarea asignada casualmente, se lleva a cabo como el kinhin, con cuidado y precisión, en silencio y con la mayor presencia que pueda yo aportar.
Me conecto directamente con la actividad que estoy realizando,ejecutándola con concentración. Así el plato, el lavavajillas, el agua, la manija, las voces de los compañeros,mi respiración y las voces internas se convierten en una sola cosa. Al fregar un plato así, consigo muchas cosas y una de ellas es unificarme con el monasterio.
Las tareas van desde asear las casetas, limpiar los cuartos de aseo, asistir al tenzo en La Cocina, ordenar la nave, apoyar el fregado de la loza, vigilar que la mesa quede limpia y con aceite de oliva,vinagre balsámico,sal y pimienta en 4 puntos estratégicos de tal forma que queden accesibles a los que se sientan en ella.
Nadie ni nada se considera demasiado importante. La lavandería en orden es tan importante e impecable como el doyo.
En este lugar se reverencia y cuida cada momento y cada aspecto de la vida.