miércoles, 27 de mayo de 2009


El acto de barrer
¿Acaso hay algo más sencillo que barrer el suelo? Cuando prestas demasiada atención a tus acciones, o eres demasiado cuidadosa, puedes encontrarte con una especie de “nerviosa” energía negativa. Aunque parezca extraño, la presencia de muchos pensamientos produce la misma clase de desunión que la distracción o la falta de concentración. Cuando te esfuerzas demasiado en crear una bella música, tocas torpemente las notas. Si se hace con demasiada atención, incluso barrer el suelo puede volverse un acto inútil y torpe.

Los peces no son conscientes de vivir en el agua, los pájaros “no piensan” en el aire. las vacas (por lo menos en la India) viven a gusto en su elemento natural sin pensar en el. Para encontrar tu lugar natural, mantente en contacto con el lugar donde ahora estas y con lo que estas haciendo. Intenta no dejarte llevar por los pensamientos. Vuelve con ayuda de tu respiración a ser consciente del momento presente.

Los movimientos repetitivos de barrer el suelo pueden ser un buen método para practicar el volver a uno mismo. Intenta barrer sin hacer ruido, sin viajar al pasado o al futuro, sin premeditación, sin restricciones, sin ningún objetivo. Limítate a mover la escoba. Sin ambivalencias, ofreciendo lo mejor que hay en ti. Cuando barres así, desarrollas atención, en lugar de una mera intención de limpiar. Observa el recorrido de la escoba a través de todos los residuos, huellas y diminutas evidencias que muestran que las cosas que te rodean están vivas. Hay polvo, hay cereales del desayuno, pelos del gato y del perro, plumillas de las torcazas, migas, arroces, hormiguitas y pequeñas arañitas. El movimiento de la escoba mueve y guía a todos al encuentro. Su camino determina el camino de todo cuanto encuentra a su paso. Dentro de poco (después de algo de práctica) puede que te dejes llevar por el suave y balanceante movimiento de ese tranquilo barrer.
Cuando estas presente puedes concentrarte con entusiasmo en una tarea sin ignorar al resto del mundo. Sigues consciente del reloj, del teléfono, del sonido de la lluvia al caer sobre el tejado, de la olla pitando con los frijoles y del olor del pandeyuca horneándose. Ves lo que hay delante de tus ojos, percibes las pequeñas gotas de sudor en tu frente y oyes lo que llega a tus oídos. Al estar relajada, permites que entren mas cosas a tu vida. Y la cualidad de este barrer esta determinada solo por tu propio corazón y por tus acciones. El acto de barrer como cualquier otra cosa en la vida puede realizarse de muchas maneras. Observa a un hombre de pie en el tejado del granero barriendo, a un niño esforzándose por barrer el suelo de la cocina con una escoba que le dobla en altura. O al sonriente tendero que barre la acera frente a su tienda.
Hay algo familiar e intemporal en este acto universal que solo con pensar en el, ya sientes y recuerdas el mango de la escoba entre tus manos. Puedes oír el sonido del barrer de tu casa vecina, este sonido es como una regular cadencia que subyace en cada canción y la define. Las cosas empiezan a moverse con el mismo ritmo.

Cuando barro intento sentir –me- siendo consciente de ello, sintiendo el suelo soportándome bajo mis pies y el techo que hay sobre mí. Siento los diferentes ambientes de las habitaciones y soy consciente del cambiante trayecto de la escoba de un área a otra. Observo las distintas cualidades de la luz y los matices de las sombras, en mi pequeño jardín en total silencio, experimento la necesidad de devolver las hojas recién caídas y secas a la tierra para que continúen evolucionando, recojo un ciempiés, quien al tocarlo con la escoba se enrolla y se queda quieto. De pronto observo como una matica crece en un rincón de la grada de piedra me agacho, y no puedo evitar tomarle una foto. Al barrer en silencio, escucho mi respiración, y experimento la fragilidad y la fuerza del cuerpo mientras lo ejercito.

En algún momento de nuestra vida todos experimentamos hambre y dolor de cabeza, fiebre, distracciones y trastornos. Pero seguimos barriendo. Hacemos lo que necesita hacerse. Esa tarea diaria se convierte entonces en una especie de trabajo en equipo. Cuando trabajamos con entusiasmo ¿Quién no esta con nosotros? ¿Quien no nos esta ayudando? ¿Quién no nos apoya en cada movimiento y respiración?
El acto sencillo de mover una escoba de un lado a otro, a través de las escaleras o del suelo de la cocina contiene la elegancia, el propósito y la naturalidad del movimiento de una intemporal pieza de coreografía. La escoba es nuestra conexión con el suelo. Es una prolongación de nuestro tacto. Es el equivalente del báculo del monje errante, del piolet del montañero o del cayado del pastor, nos ayuda a recorrer y explorar el territorio. Con ella llegamos hasta los rincones mas oscuros, recuperamos objetos, abrimos las puertas y limpiamos el camino de entrada. Es el símbolo mismo de la simplicidad y de la paciencia.
El estilo con el que barres y “las razones o intención oculta” por la que lo haces revela cosas de tu personalidad, ¿tus movimientos son generosos y abiertos? O ¿son cortos y controlados? Usas la escoba como escoba o mas bien como una pala de sacar la nieve o el remo de una canoa ¿barres “alrededor de los objetos”? en vez de por debajo y por detrás de ellos? Pones toda la atención en ese acto o estas distraída con la cabeza llena de pensamientos atropellados? Estas barriendo porque te molesta ver el suelo sucio o lleno de polvo o ¿Por qué alguien va a venir a verte y no quieres que vea lo desordenada que eres?

Independientemente de cómo barras y porque, ejecuta esta singular experiencia con sinceridad, arte y gozo. Cuando barras el suelo, la escalera o la calle, hazlo lo mejor que puedas. Pero lo importante no es volver el lugar inmaculado, sino barrer con el corazón puesto allí. Con alegría puedes dar los pequeños pasos de danza y disfrutar cuando te giras para llegar hasta la zona que hay detrás de ti.

La escoba nos ayuda a estar atentas a nuestra posición, nos sujeta en medio del movimiento, nos ayuda a orientarnos en el tiempo y el espacio y nos ofrece las sutiles enseñanzas de los movimientos repetitivos. Si nos entregamos al acto de barrer, el suelo y la escalera se limpiaran por si solos. Puede que disfrutemos de lo que antes nos parecía una tarea aburrida. Quizás al acabar de barrer el suelo, nos pongamos a barrer las sombras o la luz de la luna, o incluso intentemos barrer sin la escoba. Pero esto ya suena demasiado Zen y nuestras escobas se quedaran solas y olvidadas.

El acto de barrer nos une a nuestros antepasados y a la gente de todo el mundo. Desde la época de los cavernícolas la gente ha unido haces de paja o de hierba para barrer las planas superficies de su vida. En muchas partes del mundo en las primeras horas de la mañana, podemos sentir y escuchar muchas manos de seres diversos, expertos y no, unidos a sus escobas.
Siempre hay algo que nos recuerda lo que todavía queda por hacer. No hay forma de “terminarlo todo”. No hay ningún camino que lleve a la “perfeccion”, siempre hay un átomo errante de vida, alguna mota de polvo que se nos escapa elevándose desde el suelo para danzar frente a nuestros ojos, reclamando nuestra atención llevándonos de nuevo al presente.

NAMASTE.­­­­­­­­­­­­­­____________________________________________ ...



Hay un hoyo en mi acera



CAPÍTULO UNO
. Bajo por una calle y hay un hoyo grande. Yo no lo veo y caigo en él. Es profundo y oscuro. Tardo mucho tiempo en lograr salir. No es mi defecto.

CAPÍTULO DOS. Bajo por la misma calle. Hay un hoyo grande y lo veo, caigo de nuevo en él. Es profundo y oscuro. Tardo mucho tiempo en lograr salir. Todavía no es mi defecto.

CAPÍTULO TRES. Bajo por una calle. Hay un hoyo grande, y lo veo, caigo de nuevo en él. Ha llegado a ser un hábito. Pero ya voy aprendiendo a salir rápidamente del hoyo. Reconozco mi defecto.

CAPÍTULO CUATRO. Bajo por una calle. Hay un hoyo grande. Lo rodeo.

CAPÍTULO CINCO. Bajo por una calle diferente



Que Dios te bendiga con la incomodidad,frente a las respuestas fáciles,las medias verdades,las relaciones superficiales,para que aprendas a discernir dentro de tu corazón.Que Dios te bendiga con la ira, frente a la injusticia,la opresión y la explotación de la gente,para que puedas encausarla y trabajar por la justicia, la libertad y la paz.Que Dios te bendiga con lágrimas,para verterlas por aquellos que sufren dolor,rechazo, hambre y guerra,para que seas capaz de extender tu manoy reconfortarlos,y convertir su dolor en alegría.
Y que Dios te bendiga con suficiente locura,para creer que tú puedes hacer una diferencia en este mundo,para que tú hagas lo que otros proclaman imposible de hacer.Amén
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(Obispo Juan Vera, Puerto Rico)

QUE NOS SALVE LA LOCURA YA QUE
LA RAZON NO HA PODIDO. Jovita Feijoo. Cali. Colombia

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