“Comencé a sentarme a meditar en silencio y quietud por mi cuenta y riesgo, sin nadie que me diera algunas nociones básicas o que me acompañara en el proceso. La simplicidad del método -sentarse, respirar, acallar los pensamientos…- y, sobre todo, la simplicidad de su pretensión -reconciliar al hombre con lo que es- me sedujeron desde el principio.
Como soy de temperamento tenaz, me he mantenido fiel durante varios años a esta disciplina de, sencillamente, sentarse y recogerse; y enseguida comprendí que se trataba de aceptar con buen talante lo que viniera, fuera lo que fuese”.
Pablo d’Ors
“Basta un año de meditación perseverante, o incluso medio, para percatarse de que se puede vivir de otra forma. La meditación nos concentra, nos devuelve a casa, nos enseña a convivir con nuestro ser, nos agrieta la estructura de nuestra personalidad hasta que, de tanto meditar, la grieta se ensancha y la vieja personalidad se rompe y, como una flor, comienza a nacer una nueva. Meditar es asistir a este fascinante y tremendo proceso de muerte y renacimiento. Gracias a la meditación el autor ha ido descubriendo que no hay yo y mundo, sino que mundo y yo son una misma y única cosa”.
En la actualidad, además de animar en el Centro Abierto de la Fundación Tomillo un seminario de entrenamiento espiritual, llamado Buscadores de la Montaña, un curso de Iniciación a la Contemplación y un taller de lectura bajo el título “La sabiduría de los cuentos”, Pablo d´Ors atiende espiritualmente a los enfermos y moribundos en un hospital de su ciudad natal.
tomado del Yoga en Red
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