lunes, 9 de noviembre de 2015

hojas de otoño

Las he mirado correr, volar, hacer giros
como una algarabía de críos jugando.
Muchas hojas con alas mudando el color,
sin percibirlo, en su afán por vivir
 sin pensar en mañana.
Hete ahí, que el mañana llegó y perdieron
el verde, lo dejaron adherido al tronco
 del árbol que las cobijó.

Enredadas salieron, se elevaron, cayeron y volvieron a izarse
una vez y otra vez mientras dejaban como rastro su verdor.
Las observo alfombrando los céspedes, las aceras,
los charcos y hasta las ramas llorosas.
Todo lo ocupan las locas hojas ya amarillentas,
algunas enrojecidas , otras vainilla
sin aromar, otras...otras ni están de trituradas por
el bamboleo del viento a ráfagas que las llevó,
primero en volandas "pá" conquistarlas y luego huyó.
Queridas mías: ya os amo yo entreveradas, varadas también
sin timonel ni timón, así, como pasto para la tierra que cíclica
y callada espera la mutación reincidente, el devaneo otoñal
que deja sabia, grato mantillo, perduración...
Amo esa hoja en concreto, la que ha quedado rezagada
en la alberca, flota muy cerca de unos cálamos.

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